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[Todos] Velada de cuentos (22/12/2013)

Wasari

Ceniza y ámbar

Cuando el viejo recolector de ámbar sintió que su Semilla no tardaría en perecer, llamó a su hija a su cama, una hermosa e inteligente niña. La pequeña Tryker se apresuro a ir donde su padre, temiendo lo peor, ya que su condición había empeorado en las últimas semanas. Con frecuencia había inhalado gases nocivos debido a su excavación agresiva.

Con voz entrecortada le dijo: "Mi querida hija, como me acerco a mi fin, quiero darte estos tres ámbares excepcionales. Cuídalos bien, porque un día ellos pueden ayudarte a encontrar tu mayor felicidad." Tristemente ella tomó los ámbares mientras se despedían uno del otro hasta que el anciano exhaló su último suspiro...

Por desgracia, no sólo había cuidado de su padre, numerosos intentos de ser sanado por curanderos serios (e incluso algunos matasanos) habían agotado todos sus ahorros, lo que provoco que se hundiera en una profunda deuda. Ahora tenía que pagar esa deuda.

Su mala suerte fue que sus acreedores tomaran el placer de su desgracia y le hiciesen llevar a cabo los trabajos más denigrantes. Ella tenía que ser la primera en casa para levantarse, limpiar, lavar y cocinar. A veces tenía que cumplir tareas absolutamente irracionales que le daban sólo para hostigarla y hacerle saber cual era su sitio. Por las noches caía rendida en su cama andrajosa justo delante del horno, que siempre tenía cenizas a pesar des sus esfuerzos por dejarlo todo limpio.

Un día ella salvó a un bebé shalah de un voraz Torbak en uno de sus encargos, y nunca le dejó después de eso. Así que tubo algo cálido en la cama. Por qué sus amos no dijeron nada en contra, pueda que nunca lo sepamos.

La dureza de su día a día era reflejada cada noche en sus intensos y vívidos sueños . El trabajo duro, las dificultades que ella acarreaba, y también cómo salvaba a los animales indefensos de depredadores peligrosos, poniendo en peligro su propia vida. Su mayor sueño, sin embargo, era bailar en el baile de Atysvidad dejando atrás todas las preocupaciones cotidianas.

Los ámbares excepcionales de su padre habrían terminado con estas penurias inmediatamente debido a su valor, pero ella no los dejaría por nada en el mundo. Por lo tanto, llevaba las preciosas piezas siempre cerca de su corazón, y siempre se aseguro de que nadie las pudieran ver.

Al acercarse la Atysvidad, reunió todo su valor y preguntó tímidamente si podía ir a ayudar con el trabajo de decoración para el baile. "No pareces tener suficiente trabajo," le respondieron y un recipiente grande de semillas fue vaciado en la fría ceniza. Si volvia a meterlas todas de vuelta en la taza, se le permitiría ir. 

La desesperación la golpeo; esa tarea era imposible de realizar a tiempo. En búsqueda de consuelo buscó a Cuddlefuzz, nombre con el que bautizo al Shalah. Su pequeño amigo no estaba por ninguna parte y se sintió sola, como nunca antes.

De repente escuchó que rasgaban la puerta y mientras ella miraba, su fiel compañero aparecio con todos los animales que habían salvado. La multitud se reunio en silencio alrededor de la ceniza sentandose en el suelo y como por arte de magia la taza se iba llenando poco a poco pero sin parar con las semillas.

Cuando el trabajo estuvo terminado, ya era bastante tarde así que se dispuso a correr hacia el salón de baile. En su ansiedad por no llegar tarde tiró de la puerta con fuerza y al abrirla chocó con un hermoso Tryker. Sería difícil decir si ella se quedó sin aliento por la colisión o al ver al homin. Lo más llamativo en él era el tatuaje de color rojo, similar  una máscara alrededor de los ojos. Más entrada la noche cuando ell se fue a dormir, el recuerdo del encuentro llenó sus pensamientos.

El príncipe Tryker, ya que éste era el hombre con el que ella había chocado, se preguntó qué le había sucedido. Con la luz tenue él no pudo ver quién era la chica que después de la colisión se había disculpado con un murmullo y una repentina huida. La homin, sin embargo, había perdido algo. Él se agachó y tomó los tres ámbares excepcionales.

Al llegar a casa, él puso los ámbares en una mesita junto a su cama y se acostó.
Esa noche tuvo un sueño extraño. Vio como una mujer joven trabajaba tan duro como él nunca había visto trabajar a un homin. Recibía instrucciones que no eran otra cosa más que intimidación y humillación. Su resistencia y energía le impresionaron profundamente.

 La siguiente noche soñó con la misma Tryker. La observó luchando contra un torbak con su pico, un bebé shalah herido encogido cerca de ella. Después de que ella hubiese matado al gran Torbak, atendió al bebé shalah que luego la siguió. La vio compartiendo su escasa comidas con el infante animal, y cómo el pequeño se acurrucaba junto a ella y le calentaba.

¿Ya he dicho que el príncipe era excepcionalmente cariñoso con los animales y cuál era su animal favorito?

En su sueño, la tercera noche vio la joven mujer bailando en el baile de Atysvidad, haciendo que definitivamente se enamorase de ella. Se la veía tan brillante y feliz. Sólo tenía que conocerla. 

Así que comenzó a buscarla, primero donde habían chocado. Fue de puerta en puerta y pregunto por todas partes por la mujer de sus sueños. En cada puerta se decepcionaba.

Comenzó a dudar del éxito de su búsqueda cuando fue despedido con particular dureza la noche antes del baile. Ya había empezado a marcharse cuando los ámbares comenzaron estar más calientes en su bolsillo con cada paso que daba lejos del lugar.
Así que tocó la puerta, otra vez y empujó a la mujer antipática para poder pasar. Inmediatamente reconoció la cama cerca de la chimenea y luego vio al pequeño shalah.

La pequeña Tryker no podía creer a quien veía forcejear por entrar en la habitación. Se echó hacia atrás en el rincón más oscuro y trató de esconderse detrás de Cuddlefuzz. Con determinación, el hermoso homin se le acercó, se inclinó ante ella y le dijo, "¿Me harías el honor de acompañarme mañana al baile de Atysvidad?"

Antes de que pudiera pensar o responder, una voz ronca sonó desde la dirección de la puerta diciendo que eso no sería posible porque tenía que trabajar para pagar su deuda. El príncipe solo preguntó, "¿Cuánto?" Después de unas negociaciones difíciles, había logrado rescatar a la mujer de sus sueños.

En el baile, los dos bailaron juntos toda la noche, y cuando él la miró a los ojos, se sintió tan feliz como ella se veía.

Tendrás que imaginar lo que vino después.
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