Ensueños ahumados
En su piso de Avalae, la sierva del misterioso "Cirrus" salía de sus vaporosas alucinaciones. Tumbada en la cama, respiraba lentamente, con la cabeza humeante por el humo de su brebaje. Aquella noche había agotado su provisión de carne de gibbai. Su gran pipa de agua sólo contenía cenizas húmedas.
Cuando recobró el conocimiento, la homínida se levantó y se echó agua en la cara. Después se cepilló el pelo, se alisó el vestido y salió a tomar el aire. El conserje del edificio vio pasar a una joven Matisse con paso grácil y una sonrisa despreocupada en los labios, a la que sin duda no habría reconocido momentos antes, desplomada como estaba en su nube de humo alucinógeno.
La cómplice de Cirrus, mientras caminaba, dejaba vagar sus pensamientos sobre las olas de su memoria.
Recordó su primer encuentro con el enigmático Matis, que resultó ser un convicto. Aunque era mayor que ella, la joven hominina se había dejado seducir por sus atentos modales, y si se hubiera encaprichado de él, aún podría haber tenido dudas sobre la reciprocidad de sus sentimientos, pero eso no era una preocupación primordial para ella.
Escapó durante una semana de su vida en Zora, uniéndose a "Cirrus" en su tribu de las Cumbres Verdes. Compartió tiendas, vino y humo con él.
Justo cuando la escapada de la joven homin estaba a punto de llegar a su fin, ya que no quería despertar las sospechas de sus allegados, "Cirrus" le mostró lo potente que puede ser un alucinógeno de carne de gibbai vaporizada. Por un momento se mostró reacia a consumirla, ya que su educación zoraie prohibía tales cosas, pero una vez que la probó, olvidó sus escrúpulos. Sin embargo, la Matisse no se dio cuenta de que "Cirrus" no se había llevado nada.
De vuelta a casa, la joven hominina no podía olvidar las estimulantes sensaciones que le había proporcionado este nuevo preparado, hasta el punto de que no podía prescindir de él. Al no poder conseguirlo en el País Enfermo sin ser indiscreta, envió un izam a "Cirrus". Fue entonces cuando él le ofreció un trato...
En su piso de Avalae, la sierva del misterioso "Cirrus" salía de sus vaporosas alucinaciones. Tumbada en la cama, respiraba lentamente, con la cabeza humeante por el humo de su brebaje. Aquella noche había agotado su provisión de carne de gibbai. Su gran pipa de agua sólo contenía cenizas húmedas.
Cuando recobró el conocimiento, la homínida se levantó y se echó agua en la cara. Después se cepilló el pelo, se alisó el vestido y salió a tomar el aire. El conserje del edificio vio pasar a una joven Matisse con paso grácil y una sonrisa despreocupada en los labios, a la que sin duda no habría reconocido momentos antes, desplomada como estaba en su nube de humo alucinógeno.
La cómplice de Cirrus, mientras caminaba, dejaba vagar sus pensamientos sobre las olas de su memoria.
Recordó su primer encuentro con el enigmático Matis, que resultó ser un convicto. Aunque era mayor que ella, la joven hominina se había dejado seducir por sus atentos modales, y si se hubiera encaprichado de él, aún podría haber tenido dudas sobre la reciprocidad de sus sentimientos, pero eso no era una preocupación primordial para ella.
Escapó durante una semana de su vida en Zora, uniéndose a "Cirrus" en su tribu de las Cumbres Verdes. Compartió tiendas, vino y humo con él.
Justo cuando la escapada de la joven homin estaba a punto de llegar a su fin, ya que no quería despertar las sospechas de sus allegados, "Cirrus" le mostró lo potente que puede ser un alucinógeno de carne de gibbai vaporizada. Por un momento se mostró reacia a consumirla, ya que su educación zoraie prohibía tales cosas, pero una vez que la probó, olvidó sus escrúpulos. Sin embargo, la Matisse no se dio cuenta de que "Cirrus" no se había llevado nada.
De vuelta a casa, la joven hominina no podía olvidar las estimulantes sensaciones que le había proporcionado este nuevo preparado, hasta el punto de que no podía prescindir de él. Al no poder conseguirlo en el País Enfermo sin ser indiscreta, envió un izam a "Cirrus". Fue entonces cuando él le ofreció un trato...
---
Cinabre Andertini,