ROLEPLAY


Fin del juego

Cuando Krill había oído a Zhen y Grigri hablar de un picnic en la playa, no había entendido inmediatamente en qué estaban pensando. Sólo cuando llegó al lugar y al día, con el prometido byrh de Avendale, se dio cuenta. Adiós a Fei.
Se encogió de hombros, colocó el barril en un lugar cómodo y se acomodó, esperando a ver qué pasaba. Conociendo al honrado comerciante, cabía la posibilidad de que su funeral fuera un feliz desastre. Una posibilidad nada desdeñable, de hecho, así que iba a quedarse un rato. Al menos mientras durara el barril.

Al final, la ceremonia salió tan bien como estaba previsto. Fue seria, con discursos afortunadamente no demasiado largos, y muchas risas. Sobre todo cuando eres una Trykette a la que le gusta reírse de casi todo.
Haokan había aguantado más o menos bien. Krill lo había visto en el bar con la suficiente frecuencia, dado que pasaba allí una cantidad de tiempo considerable para alguien a quien no le gustaba el byrh, como para poder estimar su nivel de estrés de un vistazo. Y era alto, muy muy alto. Pero era gracioso ver que no se había puesto el casco, y que había intentado ser un punto estable para los niños presentes. Krill se había quedado más que sorprendida cuando había descubierto que Fei había decidido ocuparse de los niños, y aún más sorprendida de que hubiera conseguido convencer a Hao y a Zhen para que le echaran una mano. Era toda una hazaña.

Y entonces Grigri la había encontrado, cuando el barril estaba casi vacío, arrastrando tras de sí a una Trykette con coleta que debía de tener... Krill era pésimo calculando la edad de los niños. ¿Cuatro? ¿Seis? ¿Siete? Más joven que Grigri, eso era seguro. Y menos maduro, también, lo que significaba mucha menos diversión desde su punto de vista. Pero más o menos había prometido que los dos podrían buscar refugio y consejo en ella si querían. Y así fue como conoció a Rena, quien, desde el punto de vista de Trykette, bien podría haber sido la única de toda la pandilla que realmente había podido llamar papá al honrado comerciante. ¿Lo sabían los dos Zoraï? Al fin y al cabo, ése era su problema.
Grigri había hecho una entusiasta y casi ditirámbica presentación de su gran amigo, Rena había quedado debidamente impresionada, y luego todos habían acabado separándose, no sin haberse terminado el barril. Y Krill se había echado unas buenas risas cuando oyó a Grigri prohibir a Rena que tocara el byrh, y a la niña protestar todavía al marcharse de que no era tan pequeña.

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Peu importe que la chope soit à moitié vide ou à moitié pleine, tant qu'on a le tonneau.
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