ROLEPLAY


Fin del juego

La Familia, como los llamaba Feinigan. La gente de las Sombras. Contrabandistas, espías, ladrones, intrigantes, chantajistas, traficantes de drogas; toda una hueste de las criaturas más sórdidas pero algunas de las de aspecto más respetable. Oficialmente había de todo. Rangers, merodeadores, varias tribus, todas las naciones. Gente cuyos rostros se olvidaban rápidamente, otros bastante conocidos. Sin duda había algunas personas honestas entre el lote; aunque para los estándares de Fei, todos eran "honestos". Sólo que con una concepción muy específica de la moral y las normas.

Siguiendo las cartas, se acercaron poco a poco a saludar al cadáver, uno, dos o tres, rara vez más a la vez. Algunos presentaban sus respetos a Haokan, otros le miraban como bestias curiosas, la mayoría simplemente le ignoraba. Los más cercanos mostraron verdadera simpatía. Wieny incluso se ofreció a "ayudarle a escribir una gran epopeya sobre la vida de mi tío, que hará reír a todo Bark". Era una buena idea, pero Haokan no tenía ganas de reír en ese momento. Quizá más tarde.

Néjimbé se había quedado, mientras otros iban y venían. Habían hablado un poco entre visita y visita. En esta ocasión, Haokan comprendió mejor por qué Feinigan siempre había amado con tanta pasión a aquel zoraí gélido, casi inhumano. Conocía ese tipo de máscara. Sabía muy bien lo mucho que había tenido que esforzarse el tryker para romper esa frialdad... hasta el punto de llegar demasiado lejos.

La curiosidad le llevó a preguntar al homínido:
- ¿Le has perdonado por fin? ¿O todavía le guardas rencor?

Se tomó su tiempo para responder, su máscara absolutamente inexpresiva:
- Necesitaba correr. Y no estar demasiado cerca de mis cosas. Pero... no creo que lo resintiera por mucho tiempo. Era difícil odiarlo realmente.
- ¿Quieres decir que todo el asunto de la deuda, las amenazas y demás... fue todo en broma?
- Para mantenerla ocupada. En parte funcionó. De todos modos, me alivia que nos haya devuelto los documentos que había robado. Realmente no quería torturarlo. La energía que habría necesitado para hacerle hablar y asegurarme de que decía la verdad, sin sorpresas desagradables...

Haokan no estaba nada seguro de que estuviera bromeando. Sólo Feinigan podía ver el humor en ese tipo de declaraciones. Lo que le hizo pensar... Le preguntó qué tipo de broma le había contado a Feinigan poco antes de su muerte. No significó nada para el zoraie, hasta que le dio todos los detalles que tenía.

- Eso... declaró Néjimbé. Una broma... Si se quiere. Para alguien como él.

Entonces le contó lo que había sucedido.
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