ROLEPLAY

Staeflina, sumida en un sueño, sintió inconscientemente que se acercaba el amanecer. En efecto, a través de la bruma matinal, rosada por la luz naciente, empezaban a abrirse paso los rayos del sol.
Poco a poco, el velo de los sueños se desgarró, sus jirones dieron paso a un atribulado medio sueño.

Los pensamientos se aceleraban: Su fait Li'Réh...Quelle Ki'idée de Zénui dehors...

Finalmente, las últimas capas de niebla desaparecieron con los restos del sueño. Staeflina se sentó en la cama y se volvió hacia la ladera musgosa donde Staerano se había quedado dormido. Frotándose los ojos, se dio cuenta de que ya no estaba tumbado, sino de pie un poco más allá, con casco y armado.
Ella se levantó y le dijo, en un Mateis áspero, para que él entendiera rápidamente lo que estaba diciendo: Dales'ilam¿Vio Lye algún peligro?
Sin respuesta... Cuando llegó hasta él, le agarró del hombro para que se volviera hacia ella. Staerano no se movió inmediatamente. Staeflina le oyó murmurar algo así como : muerte...muerte... Deja que la cabeza de Karan caiga... deja que la lluvia caiga sobre el musgo húmedo... deja que la lluvia caiga sobre la corteza... la corteza: es roja, roja de sangre... ¡Oh, la hermosa roja! ¡Oh, el hermoso azul! ¡Feliz cumpleaños filira Karan!...tu cabeza en una bandeja y...Jena aiye...
Ante estas palabras, Staerano apretó con más fuerza su hacha en la mano. Staeflina, angustiada por sus palabras sin sentido, le sacudió más fuerte por el hombro, con la esperanza de hacerle entrar en razón.
De repente, Staerano se giró y, al mismo tiempo, lanzó su hacha por los aires... que acabó en el hacha de Staeflina. La joven hominina chilló. Desequilibrada, cayó al suelo y vio a Staerano alejarse a grandes zancadas, hendiendo el aire con su hacha como si fuera a golpear a enemigos invisibles.

No fue hasta alrededor de las diez de la mañana cuando Staeflina consiguió sobreponerse a su dolor y salir de la cama. Rompió un pacto de teletransportación al altar de los kami de Zora. Regresó cojeando a su casa familiar, ante el asombro de sus padres...