ROLEPLAY


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#1 [fr] 

- Le dije, nadie querrá comprar esto, realmente no es nada especial.
- ¿Cuándo fue esto? ¿La reconociste?
- Oh, hace unos meses...

El mercader consultó la pequeña tarjeta que llevaba la espada y asintió.

- ¿Unos meses o unos años? No había anotado la fecha... Y mi memoria...
- ¿Y estás seguro de que era ella?
- Un homínido demasiado, er, desfigurado... er... bueno... Oy, estoy bastante seguro, ella es irreconocible... Er, reconocible. Estaba escondida bajo una capucha, como si no quisiera ser reconocida, pero aún podía ver sus ojos. Bueno, su ojo. Insistió en que no escribiera su nombre en mi tarjeta.
- ¿Y no te has enterado de que todo el mundo lleva semanas buscándola? ¿No podías haber reaccionado?

Si Lyren no se hubiera pasado aquel día por el mercado de Fairhaven, si no se hubiera tomado la molestia de mirar las pocas armas que había a la venta, probablemente nadie habría vuelto a ver aquella pequeña espada. Pero el mercader le había preguntado despreocupadamente si era, por casualidad, la hija de aquella Nhori Drakani tan llamativa que solía frecuentar el bar. El homínido se golpeó la frente y sacó la espada.

- Reacciona, reacciona... Tengo trabajo, no puedo interesarme por todos los que me dejan algo. Y, de hecho, me acabo de enterar de que lo estabas buscando, hace poco, y me ha llegado.
- Está bien, está bien. Pero si dejó esta espada aquí, es para que alguien la encuentre, ¿no?
- Sin duda puede haber dicho algo más. Se me debe haber olvidado...

A la fyrette le costó no replicar que le gustaría sacarle algo más de la cabeza al mercader con un mazo, mientras éste colocaba su monedero sobre el mostrador, señal de que quería cobrar. No sin refunfuñar, dejó unos cuantos dappers y tomó la espada en la mano.

- ¿No dejó nada más, por casualidad?
- Me temo que es el único. ¿Es tan importante?
- Lo más importante es saber si presentó esto antes o después de que Kyriann se casara con Ostium.

El homínido emitió una especie de chillido inseguro a modo de respuesta, lo que le valió de nuevo una mirada fulminante de la fyrette.

- Si la vuelves a ver, o si te acuerdas... llama a los Drakani... o despierta al comandante.
- ¿Tan malo es?

Lyren giró sobre sus talones sin contestar y empezó a alejarse.

- ¡Un momento, acabo de recordar algo!
- Escúpelo -respondió Lyren secamente.
- Yo nunca habría cogido esa espada, pero ella me aseguró que alguien acabaría viniendo a llevársela, y que dejaría una buena suma de dappers para mi discreción. Pero nadie vino, y mientras hacía inventario...
- ¿Alguien?

El mercader volvía a sonreír y abría despreocupadamente la mano hacia la homínida, como invitándola a darle unos cuantos dappers más a cambio de información.

- ¿Alguien?", repitió Lyren.

El caminante permaneció congelado en esta posición durante unos segundos, antes de encogerse finalmente de hombros y suspirar, viendo que no conseguiría nada más.

- Quería que fuera discreto, ¡así que no me dio un nombre!
- Métete esto en la cabeza, buscamos a un ciudadano Tryker, de ninguna manera vamos a pagar por información. Y menos por nada.
- Pero si acabo de darle la información", chilló el comerciante.
- Estuvo cerca. Y la bofetada, también se evitó por los pelos. ¿Hay algo más que no me estés contando?
- Soy un comerciante honrado, pero tengo que ganarme la vida.

Lyren respiró hondo y se giró, dándole una bofetada en la cara al Tryker.

- Y yo soy diplomática -respondió ella-. Tengo que inventar algo para que hablen en la próxima reunión.

#2 [fr] 

Una espada fyros mal hecha. Aparentemente depositada por un Eeri más o menos enmascarado en el mercader de Fairhaven, si este estafador decía la verdad. Antes o después de su desaparición. Una espada que ni siquiera podría haber hecho ella misma. Ocyx, grabado en la empuñadura, como firma. Extraño. Lyren había colocado la espada sobre la mesa del piso que le había dejado su madre. Era un amasijo de objetos y muebles que ella había acumulado a lo largo de los años. Manipuló el pomo, que se movió ligeramente. Había un poco de holgura en la sujeción de la hoja, como si la espada estuviera a punto de partirse en dos.

Pero, ¿y si...? ¿Y si tenía que romper esa espada, que el secreto estaba ahí dentro? ¿Romperla, o simplemente encontrar la forma de desmontarla? Lyren se retorció para poner el pie sobre la mesa y bloquear la hoja con el talón de la bota. Ejerció un poco de presión sobre el mango. Se movió, pero no fue suficiente. El fragmento de hueso que lo mantenía unido era sólido, así que bien podía tratarse de hueso ocyx de no muy mala calidad. Íbamos a tener que encontrar otra cosa. ¿Un mazo? ¿Y arriesgarnos a volarlo todo? No, no era una buena idea.

¿Y si la espada no tenía nada que decir? Una simple coincidencia, una casualidad, una pista falsa o simplemente uno de los delirios infundados de su madre. Lyren se estremeció. Era finales de invierno, y Thesos era especialmente fría en esta época del año. ¿Y si Eeri se había visto envuelta en otro experimento y éste había salido mal? Decididamente, había muy pocas pruebas para comprender o siquiera imaginar adónde podría haber ido. Lyren volvió a estremecerse y decidió subir los pocos escalones para sentarse junto al fuego, espada en mano. Al manejarla, notó que el brillo de las llamas se reflejaba de forma diferente en la hoja. ¿Y si ése era el secreto? Eeri le había hablado de esa técnica para descifrar ciertos textos invisibles, utilizando una llama transparente... Pero se trataba de pieles, de pergamino. Nada que ver con un soporte sólido, una hoja. Imposible. Y Lyren no sabía nada de espadas, así que quizá era de esperar. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? De todos modos, pasó la espada detrás de las llamas, alrededor y delante de ellas, examinando los reflejos desde todos los ángulos, hasta que la empuñadura se le resbaló de la mano.

- RAMÈCH, pero qué torpe... ¡Peor que una vieja de Matisse!

Recogió la espada como pudo, refunfuñando y quemándose la mano en el proceso, y luego sacó un paño de un cofre para limpiar el polvo de madera quemada del arma.

Pero se detuvo en seco. Bajo sus ojos, el polvo se había adherido al material en algunas partes y, milagrosamente, había volado en otras. Sopló suavemente en el centro de la hoja, intrigada. Aquí, una pequeña línea, y al lado, un círculo. Ahí estaba, demasiado claro para ser sólo la textura natural del material. Ante sus ojos aparecieron signos, toscamente dibujados pero legibles. Letras. Una palabra. ¡UNA PALABRA!

La gira

¿El truco? El truco... ¿El truco de qué? ¿La gira de los posibles disgustos y ella quería presumir de ello? ¿El truco de la barriga de Azazor? No podía ser sólo eso. Necesitaba más polvo. Sin quemarse esta vez. Lyren cogió un hacha y empezó a recoger el polvo más fino del fondo de la chimenea para espolvorearlo por toda la espada. Luego sopló suavemente, haciendo aparecer las letras. Estornudó.

la caída Le tourbillo

- Correcto, la espada cayendo al fuego, y un torbellino de polvo. ¿Ahora es vidente?

Volvió a estornudar, varias veces, y luego pensó en colocarse el trozo de tela delante de la nariz para respirar y seguir soplando sobre la hoja. Ante sus ojos aparecieron más palabras, frágiles pero claramente legibles a pesar de la letra descuidada.

En el equilibrio de la caída El torbellino conduce a la libertad Ocyx Rebelle

- No tiene sentido... Si es ella, está completamente enamorada...

Lyren se quedó un rato mirando incrédulo la espada y su descubrimiento. Al menos no se trataba de sustancia viscosa, así que quizá no tuviera nada que ver con la investigadora zorai que la... esposa de Jazzy, por así decirlo... había intentado proteger unos días antes. Pero quién sabe, después de los frippos y los yubos, ¿quizás estaba trabajando en una nueva droga para domar a los ocyx? Meh, no tiene ningún sentido. Aun así, equilibrio y libertad eran palabras que Eeri tenía a menudo en los labios, sobre todo cuando se permitía por fin contar historias después de una buena media docena de vasos de shooki. "La clave para mantener nuestra libertad es luchar para preservar el equilibrio."Algo así", sobre lo que divagaba a menudo. Y cuando Lyren le preguntaba qué significaba, su madre respondía:



- Cosas que están más allá de ti. Pero recuerda, la destrucción de cualquiera de ellos podría significar el fin para todos nosotros.
- ¿Uno u otro? No veo cómo podrían sobrevivir los karavan sin los homins", respondió Lyren.
- Eso es lo que estoy diciendo, estás fuera de tu profundidad. Y tal vez sea lo mejor. No quieres terminar como tu madre.
- No digas tonterías. Sin ellos, no estarías aquí...

A Eeri no le gustaba que le recordaran la batalla que le había costado no sólo el ojo y el brazo, sino también su orgullo y su independencia. A menudo se sumía en una especie de letargo, dejando escapar algunos suspiros de impotencia. No hacía falta nada menos que el sonido de una nueva taza de shooki sobre la mesa para despertarla.
- Mataron a tu padre, ¿recuerdas?", dijo antes de dar un gran trago.
- Siempre me dijeron que era envenenamiento. Eres el único que dice eso.
- Algún día aprenderás a distinguir entre la verdad que debemos decir... Y la verdad que no debemos decir.



Lyren tenía cada vez menos dudas. Era totalmente plausible que su madre hubiera escrito las palabras en esta espada, pero tendría que encontrar las claves para entenderlo, empezando por lo que podía ser esta Ocyx Rebelde.

Lyren copió la frase y volvió a bajar para asearse y vestirse. Ya era hora. Tenía que encontrar a Azazor, avisar a los Drakani y hacer salir a ese maldito investigador.

Última edición por Lyren (6 meses hace)

#3 [fr] 

Lyren había encontrado finalmente a los Drakani para contarles su descubrimiento.
Les mostró la espada, espolvoreando la hoja con polvo quemado. Leyó la extraña frase que aparecía.

En el balance de la caída
el torbellino conduce a la libertad
Ocyx Rebelle

Su reacción osciló entre la sorpresa y la consternación, pero tampoco dejó lugar a dudas. Su madre estaba implicada en esta historia, y su Gremio había entendido de qué se trataba. Pero hablar de ello en el bar estaba fuera de lugar.

El pequeño grupo se dirigió a un lugar más discreto. Krill, que estaba con ellos en ese momento, les había seguido. No cabía duda de que era una homínida digna de confianza, pues tenía fama de no limitarse a divagar sobre lo que oía en una de sus muchas tazas diarias.

Ocyx Rebelle. Este era el nombre en clave no tan secreto de Eeri, el que utilizaba para su trabajo con los muy discretos Trytonists, los investigadores de Elias. No es el tipo de conversación que quieres tener en Ba'. Lyren lo sabía, sin saberlo. Eeri no le había ocultado precisamente sus convicciones, así que no cabía duda. La tropa tardó un rato en comprender el significado del mensaje, si es que lo había. Una solución acabó teniendo más sentido: una simple indicación en un mapa, trazando una línea de un puesto de avanzada a otro, el puesto de avanzada del torbellino y el puesto de avanzada de la libertad, que conducía a una pequeña cala en las cataratas del Rocío. Podría haber encajado.

El grupo se puso en marcha, sin saber muy bien qué encontrarían. ¿Un lugar de encuentro secreto para los Buscadores de Elias? ¿La propia Eeri, en plena demencia o borracha? La playa estaba desierta, y era probable que pocos homins pasaran por allí. Si se trataba de una reunión secreta, el lugar estaba bien elegido, con muy poca gente. Kyriann fue la primera en darse cuenta de que el serrín se había revuelto en un lugar. Desenterró un pequeño cofre, junto a una segunda espada. Dentro del cofre había un sobre que contenía un pergamino vacío.

Una segunda espada, y Lyren no tenía más polvo quemado. Estos objetos tendrían que ser analizados antes de que pudiera continuar su búsqueda. Eolinius se ofreció a estudiar el pergamino, convencido de que encontraría una marca de agua oculta, sin duda escrita con tinta esparta. También sentía la necesidad de descansar.
Lyren llevó la espada a casa, a Thesos, y pronto descubrió un nuevo mensaje, similar al primero. Copió las palabras y las envió a través de Izam a la sala de los Drakanis. Estaba segura de que Eolinius se apresuraría a descifrar el pergamino y de que algo saldría de ello. Estaba segura de que ya lo habían rastreado.

Lyren se dirigió por fin a la cama, se estiró y cerró los ojos, pero le fue imposible conciliar el sueño. ¿Estaba el piso demasiado tranquilo ahora que Uzykos pasaba más tiempo con su padre? Se quedó allí un rato, sin moverse, antes de decidirse por fin a salir a tomar el aire, cogiendo mecánicamente la espada en la mano. Era tranquila, una hermosa noche de primavera, el aire todavía un poco demasiado fresco. Lyren deambuló hacia el mercado de Thesos, saludó vagamente a algunos guardias y luego se dirigió al bar. Al final, se quedó allí toda la noche, contemplando la ciudad dormida donde podría haber crecido si su madre no se hubiera visto envuelta en tantas historias oscuras. Todo habría sido diferente, más sencillo. Su vida habría sido diferente. Pero no, pensó, no todo, algunas cosas no cambian. La calma de Thesos habría sido la misma, como el sonido del viento en las hojas de los pequeños árboles de la terraza del bar. Su destino y el de su madre no habrían agitado la más pequeña corteza de la copa, ni cambiado la dirección del viento.

Y así estaban las cosas. No había nada de lo que pudiera arrepentirse, nada que pudiera volver a hacer. Lyren, por su parte, probablemente había tomado las decisiones correctas hasta el momento. Pero, en el fondo, tenía la esperanza de que alguien la encontrara, de que alguien la comprendiera, de que alguien supiera adónde se había ido su loca e insoportable madre. Esperanza.
La esperanza era.

Muerte, vida, resurrección Donde la esperanza era Ocyx Rebelde.

Quizá ya no había esperanza.

Última edición por Lyren (6 meses hace)

#4 [fr] 

Lyren se quedó pensativa. Había viajado a Fairhaven, luego a Avendale, pero Eolinius no aparecía por ninguna parte. Tal vez descifrar el documento era más difícil de lo que había imaginado, y había buscado ayuda. ¿O era posible que este documento lo estuviera metiendo en problemas? No, lo más probable es que hubiera encontrado un lugar tranquilo para trabajar, lejos de miradas indiscretas. Ahora que lo pienso, aparte de todo eso, fue bastante divertido ver la reacción de los Trykers. Ellos, que se encontraban en las situaciones más extrañas y peligrosas, entre goo, merodeadores y otros notorios locos delirantes, estaban aterrorizados de pronunciar una palabra en público. ¿Qué era tan arriesgado? Era un hecho, los Trytonistas existen, y existirán mientras haya dos poderes opuestos en el mundo, mientras estén convencidos de que su lucha está justificada. La idea misma puede sobrevivir sin necesidad de ser llevada por nadie, y será tanto más poderosa y difícil de acallar, porque persistirá más allá de cualquier envoltura corpórea. Es difícil matar a un enemigo que no existe, mucho más difícil incluso que sofocar el olor de las botas de un guerrero fyros.

Entonces, ¿por qué esta reacción brutal de algunos de los Drakani? Si Lyren había entendido bien, porque le faltaban algunas cosas, Eeri había hablado abiertamente con ellos, algo que los Trytonistas nunca hacían bajo ninguna circunstancia. Eso era lo mucho que confiaba en ellos, además de todas las posibles razones por las que se había abierto a ellos.
Uno de los Drakani dijo que tiró su insignia y abandonó el gremio cuando se enteró de que Eeri formaba parte de esta misteriosa facción. ¿Fue por miedo? ¿Por odio? ¿De qué podía tener miedo? Los que perseguían a los Trytonistas no tenían ningún interés en golpear abiertamente a los ciudadanos Tryker. Utilizando la violencia, se corre el riesgo de perder la guerra de ideas y opiniones. Por otra parte, que yo recuerde, los Trytonistas nunca habían atacado a humanos, y las acciones por las que eran conocidos se limitaban a llevar un casco, pronunciar un discurso inquietante, distribuir unos cuantos panfletos y desaparecer tan rápido como aparecían. Mucho menos peligrosos que un yubo sobrehidratado.

Lyren se rascó la mitad de la cabeza que aún tenía pelo. ¿De verdad había pensado todo eso? Las ideas y las opiniones eran muy complicadas. Aun así, se pueden resolver muchas cosas con un hacha bien colocada.

A la espera de analizar el pergamino, aún quedaba la espada y su extraño mensaje. Lyren desplegó un mapa sobre la mesa del piso y decidió proceder del mismo modo. Había un valle de esperanzas, que podía ser el punto de partida. ¿La muerte, un Kitiniere? No, demasiado simple, pero Desertstock no está lejos. Resurrección, ¿un vórtice? Hay mucho que hacer en la zona. Trazó líneas en el mapa del país zorai, marcando todos los puntos a medio camino entre dos posibles lugares de muerte o vida, y el lugar de la esperanza. El interior, el páramo moteado, la fortaleza en el horizonte, y luego el descenso a las Raíces Primigenias. ¿Quizás era allí donde tenía que buscar? Entonces, si no encontraba nada, Desertstock. A medio camino entre otros vórtices selváticos, las cascadas místicas, el paraíso de la pureza. Eso ya era mucho, y nada realmente localizado como la pequeña playa que habían encontrado. Nada tan convincente como la última vez. ¿Quizás le faltaba lo más importante? Necesitaba acción, así que decidió equiparse y tomar algunas provisiones antes de partir hacia Dyron y el vórtice del país selvático como destino. Este sería su punto de partida, y sabía que explorar cada uno de estos puntos le llevaría varios días, si no varias semanas.

#5 [fr] 

Eolinius regresó enseguida a casa y se sentó en su escritorio, dejando con cuidado la famosa caja que Kyriann le había confiado antes. Se sirvió un Byrh y se recostó en su taburete favorito. Le quedaba un enigma por resolver, y no era el menor. Tenía que encontrar por fin a Eeri.
Todo había empezado aquel mismo día en el bar de Fairhaven. Lyren había aparecido con una espada en la mano, asegurándole que el mercader al que se la había encontrado había descrito a su dueño como un fyros tuerto y que sólo podía tratarse de su madre Eeri. También había descifrado sin querer un mensaje oculto en la espada:

"En el equilibrio de la caída El torbellino conduce a la libertad" Ocyx Rebelle

Ante la mención de este nombre, los drakani reunidos en torno a la barra se miraron en silencio, recordando el pasado de Eeri, y se decidió que el resto de la conversación tendría lugar en un lugar discreto para no llamar la atención de los karavan cercanos sobre un tema especialmente delicado como el tritonismo. Los drakani, Lyren y Krill se dirigieron a la entrada de la isla gremial drakani. Al llegar a su destino, todos se sentaron en los cojines frente al bar, que estaba bien situado frente a los pequeños estanques que proporcionaban una bocanada de aire fresco y húmedo, excepto Krill, que empezó a detallar los licores detrás del mostrador.

Al poder hablar libremente aquí, era obvio que el mensaje se refería a un lugar de encuentro o a una ubicación concreta. "Eolinius y Ostium pensaron inmediatamente en las Cataratas de Virginia, Kyriann pensó en un vórtice, pero Krill señaló que tanto las Cataratas del Rocío como la Fortaleza del Vórtice se encontraban en el Lago de la Libertad. Trazando una línea entre ambos en un viejo mapa de la zona desenterrado del baúl del gremio, la equidistancia entre los dos puntos conducía a una pequeña playa en las Cataratas del Rocío. En menos tiempo del que se tarda en decirlo, después de que todos se hubieran tomado su tiempo para consumir su Byrh, no exageremos, la tropa fue transportada a la mencionada playa.

Buscando arriba y abajo por el serrín cálido y amarillo de la playa, Kyriann fue la primera en dar con algo semienterrado y cubierto. Levantó una cajita y sopló sobre ella. Se abrió con facilidad, revelando un sobre del que habían sacado una hoja de papel. No había nada escrito. Sin duda, otro mensaje oculto. Pero se hacía tarde y la caja y el mensaje fueron confiados a Eolinius, que afirmó saber cómo desvelarlo, y todos se fueron a casa.

Así fue como Eolinius se encontró con la caja delante de sus narices en casa, decidido a averiguar el secreto. Estaba seguro: sabía que los pequeños Trykeri escribían mensajes en zumo de sparàn para divertirse, escondiéndolos de sus padres y jugando a ser los corsarios rebeldes de Loria.

Abrió suavemente la caja y sacó el sobre y la hoja de papel en blanco, que colocó sobre la mesa. A su lado cogió una pequeña vela decorativa con la forma de la calabaza de Anlor Winn y la encendió. Cogió el folleto y lo colocó sobre la llama para que el texto apareciera como por arte de magia. Insistió un poco, pero no ocurrió nada de lo esperado. La hoja permaneció traicioneramente inmaculada a pesar de las idas y venidas alrededor de la llama. Eolinius tuvo que detenerse antes de que la hoja empezara a chamuscarse. Esto supuso un serio contratiempo para él. Empezó a servirse un poco de zumo de sparàn con shooki para animarse. ¡Santo Yubo! ¡No se iba a rendir tan pronto!

Golpeó la mesa con el dedo. Su mano golpeó sin querer un platito de su mesa de trabajo lleno de rebanadas de pan de jengibre, que salieron volando alegremente y una de las cuales se estrelló contra la inmaculada sábana con un gran chapoteo.

-¡Ah bah An! exclamó. ¡Ahora está todo manchado!

Quitó la rodaja. La hoja tenía ahora una gran mancha grasienta y translúcida. Hay que decir que si todo el mundo apreciaba el suave pan de jengibre de Eolinius, era porque no escatimaba en mantequilla. Completamente derrotado, estaba a punto de darse por vencido cuando, al pasar junto a la vela, se fijó en unas pequeñas marcas bastante definidas en el papel, que podrían haber formado letras en medio de la mancha. La grasa que se había esparcido no impregnó la hoja en algunos lugares, de modo que las letras eran visibles de forma no transparente frente a la vela, y destacaban en negativo.

¡Caramba! ¡Qué proceso de escritura tan tortuoso!

Se había utilizado una tinta para diluir la grasa o evitar que se asentara. Eolinius recordó a Eeri, que una vez había mojado pan de especias en su esencia de óxido. ¡La rebanada se hizo humo! ¿Tinta a base de esencias? Eolinius negó con la cabeza. Habría sido necesario utilizar una base sólida para que la esencia no se esparciera por toda la hoja. Sonrió al imaginar a la persona que quería descifrar el mensaje vagando por las playas con los bolsillos llenos de pan de jengibre.

Más seriamente, Eolinius se untó un poco de mantequilla en el dedo y la untó en la página. Ahora las frases eran ligeramente visibles. Tomó otro trozo de pergamino para escribir lo que podía descifrar.

"¡Libertad!

He intentado ponerme en contacto con algunos de ustedes a través de los canales normales. En vano. Por eso he dejado una flor en los lugares habituales.
Después de leer este mensaje, vuelve a ponerlo si estás seguro de que no te han visto.

Algunos de nuestros compañeros están en Citadelle, el último bastión de los homins contra los kitins. Los he conocido, y uno de ellos me salvó de una muerte segura.

No son suficientes para actuar, pero tienen conocimientos que nosotros no tenemos.
Tenemos que unir fuerzas con ellos, y tal vez con los merodeadores de las Tierras Antiguas.

Allí, el Karavan podría mostrarnos su verdadero rostro. Allí, encontraremos respuestas sobre los Kamis. Allí, podremos cambiar el curso del destino humano.

Se adjuntan instrucciones para la próxima cita.

.W 1 AC 262.

QUIRÓFANO".

Eolinius se dejó caer sobre su taburete.

La gula conduce a todo, incluso a lo más inverosímil.

#6 [fr] 

Lyren había recorrido gran parte de la región del Nudo de Demencia a lo largo, a lo ancho, en sección transversal, en diagonal, oblicuamente y transversalmente. Empezaba a darse cuenta de que iba en círculos, aunque los ángulos de sus giros fueran a veces más agudos a causa de los pocos depredadores que prefería evitar antes que combatir, para concentrarse en los posibles rastros de una señal, o los signos de una señal.

El Nudo de la Demencia, qué hermoso lugar para tal nombre... No, al contrario, pensó. Qué hermoso nombre para un lugar así. Mugre por todas partes, gingos, una Kitiniere y los kitins que la acompañan, por no hablar de la tribu de los peores frikis con casco de bark, no me extraña que cuando vives allí, te marees. Eran unos gilipollas que lo único que pensaban era en darle caramelos, a lo que ella se negaba educadamente, con el pretexto de que ya había recibido de Zhen suficientes para un año, akep, gracias. Pero se les olvidaba, y cada vez que se cruzaba con una patrulla, ocurría lo mismo, no, no quiero dulces, ¿no habrás visto por casualidad algún rastro de un fyrette con casco, encontrado una espada, algo? ¿Nada, nada, nada por aquí? ¿Y por ahí? No, no busco fruta suave, busco Trytonistas.

Buenos días, akep. Estaban demasiado colocados para entender nada, estos homins. O tal vez lo hacían a propósito y disfrutaban viéndola dar vueltas y vueltas en círculos, esperando que poco a poco perdiera la cabeza y acabara aceptando sus drogas.

Tampoco nada en la kitinière. Había corrido y sudado y corrido un poco más, caído en un agujero, en el barro, en galerías de kitin casi enterradas, pero nada. Ni el menor rastro de homines, de un lugar de reunión, de una espada, del olor de las botas de los fyros. Nada.

Quizá era hora de volver a la civilización, a la de verdad, primero Thesos, luego Fairhaven, quizá los drakani habían intentado ponerse en contacto con ella. Tal vez se había perdido algo.
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